Hace casi un año, en una tarde cualquiera, recogiendo a mi hijo de la escuela, me di cuenta de que claramente algo andaba mal en mí. Mi mano derecha se debilitó y me resultaba difícil girar el volante. El lado derecho de mi cara empezó a hundirse y no podía formar una frase clara. Pero mi instinto fue minimizar las señales de advertencia en mi cuerpo y no ir al hospital. 

Como alguien que emigró de México, había absorbido mensajes de que no pertenezco aquí y que no merezco atención médica de calidad. Me había acostumbrado a depender de la familia y la comunidad, no de los sistemas, para satisfacer mis necesidades. Me habían enseñado que debería estar agradecido por lo que tengo en este país y que no debería esperar mucho más. 

Afortunadamente, mi hijo insistió en llevarme directamente a nuestro hospital comunitario en Pueblo. Me diagnosticaron una obstrucción en los vasos sanguíneos que irrigan mi cerebro. Necesitaba quedarme en el hospital durante cinco días para curarme lo suficiente como para volver a casa y pasar el resto de mi recuperación. 

Mientras me llevaban al hospital, quise dar la vuelta e irme a casa. Mi vacilación en recibir atención cuando claramente la necesitaba fue una llamada de atención. Si lo mismo le hubiera sucedido a otra persona en mi comunidad, le habría cuestionado por qué creía que merecía menos atención. Ver estas creencias aparecer en mí me motivó a trabajar duro para desarraigarlas. Sabía que no podría ser un organizador comunitario eficaz y un modelo a seguir para los demás si permitía que estos mensajes negativos tuvieran poder sobre mi vida.

Yo pertenezco

Me organizo principalmente entre mujeres inmigrantes que quieren luchar por un mejor sistema de salud y sociedad para ellas y sus familias. Mientras apoyo a nuestros líderes para que reconozcan su propio valor y reclamen lo que merecen, necesito realizar este difícil trabajo junto a ellos. 

La creencia más importante que impulsa mi organización comunitaria es que yo pertenezco y que todos pertenecemos aquí. Nosotros –inmigrantes, personas de color, personas que no hablan inglés– pertenecemos a los espacios donde se toman decisiones que afectan nuestras vidas. 

Una forma en la que estoy inculcando un sentido de pertenencia para construir más poder con una base de líderes multirracial y multilingüe es desarrollando nuestro compromiso con Justicia lingüística. Practicamos la justicia lingüística entre nuestro personal, líderes y junta directiva. Esto es más que simplemente el acceso al idioma a través de la interpretación y la traducción. Identificamos continuamente formas de descentrar el inglés. Esta es una forma de desafiar las normas que encontramos en nuestros sistemas y en nuestra vida diaria. 

Language Justice nos ayuda a construir relaciones a través de las diferencias, que es la base para construir el poder comunitario. Tenemos claro que esto no es sólo un alojamiento para personas que no hablan inglés. Esta es una estrategia que nos beneficia a todos al desafiar creencias que reflejan quién es digno y quién merece ser parte de nuestra sociedad. Esta es una forma en que estamos elevando las expectativas de la comunidad inmigrante para que quiera y exija más. 

Elevando mis expectativas

Al elevar mis propias expectativas sobre lo que quiero y modelar para los demás que merecen más, construimos nuestro poder personal. Esto cambia las expectativas que tenemos de nuestro sistema de salud y lo que exigimos. Merecemos intérpretes médicos calificados, no una aplicación de interpretación en una tableta. No sólo merecemos acceso a la atención médica; Merecemos la atención de los trabajadores de la salud que comparten nuestro origen cultural. A medida que fortalezco estas creencias en mis líderes, las fortalezco en mí mismo.   

Cuando veo mi comadres en la comunidad, cuestionando la autoridad y aprovechando su poder juntos para exigir un cambio en la atención médica, sé que hemos desarraigado con éxito las creencias que nos frenan. Estamos dando un ejemplo a cada vez más personas en las comunidades de inmigrantes. Estamos enviando un mensaje claro: pertenecemos aquí y en todas partes. ¡Merecemos más!

Mientras lanzamos nuestras campañas en los próximos meses, ¡cuidado! Estamos construyendo un movimiento de atención médica en Colorado al que todos pertenecemos, sin importar raza, clase y estatus migratorio, desde nuestras comunidades rurales hasta el área metropolitana de Denver. 

¡Si se puede!